Ilva mi bisabuela


Ilvä una historia sudamericana Parte Uno


Santiago (Iago) Frank era mi abuelo. 
Cuando tenía 15 años decidió internarse en la selva misionera y de allí partir en busca de Canudos, en el Mato Grosso brasileño; un lugar que ya había dejado de existir hacía mu­chos años, pero del que aún humeaban mitos de sacrificio y gloria.

Decidido, con la intemperancia de su juventud, pidió prestada una bici­cleta a un almacenero y con dos perros doberman, una pareja, -les puso zapatitos de tela,a ambos- emprendió el viaje desde Posadas,Misiones,Argentina, donde vivía con mis abuelos que; apenas se comunicaban en español,hacia su ideal objetivo.


Mi bisabuelo; Andrés, lo tomó casi como normal... para un joven de esa edad, que por otra parte ya era el momento ideal para decidir su camino y asumir responsabilidades, como en su momento lo habían hecho él,su padre,y; también su abuelo y su tatarabuelo.


Andrés administraba un yerbatal y nada podría hacer que abandona­se esa responsabilidad: su trabajo, su contrato con la patronal y la organi­zación de las tareas.
Le llamaba “organización” al mando, a la distribución de las cargas y responsabilidades, a las tareas comunes, a la asunción de obligaciones y al respeto religioso por las mismas.
 
“La organización vence” era su lema,la motivación de su conducta.


Por esos tiempos la yerba mate no era, como actualmente,lo és, un cultivo intensivo y arbustivo(Aunque hoy tampoco más aún dentro de poco con el Plan PEA 2020,la yerba mate dejará de ser rentable para el productor). 

Eran grandes árboles que aparecían en pequeños montes esparcidos por la estepa guaraní.
Un conocedor,baqueano,avanzado, descubría la plan­tación,el monte, y hacia allí enviaban los recursos humanos y algunas vituallas.

Los peones trepaban a los árboles y los desmantelaban de sus gajos tiernos y de todas sus hojas, los pelaban totalmente.
Marcaban el lugar como propio; al otro año volvían para la nueva cosecha.


La zona era disputada por argentinos, paraguayos, uruguayos y brasi­leños.

En realidad cada uno representaba a compañías inglesas o alema­nas y también norteamericanas. Habían descubierto las virtudes del mate extraído de la yerba,ya conocido por los aborígenes y explotado por los jesuítas,entonces, y lo usaban como insumo para los obreros de otras actividades.
Se vendía muy bien en Argentina,Uruguay,Brasil,Bolivia,Paraguay,Perú,además;
era exportado por los ingleses a Siria y el Líbano, cuyas rutas del té estaban bloqueadas por rusos, turcos y chinos.


Los palos servían de combustible para los hornos donde secaban las hojas,"el secadero". Y ésa era, tal vez, la peor tarea, el "pijué", el encargado del ahumade­ro trabajaba las veinticuatro horas, con uno que otro ayudante.

Por lo ge­neral eran los castigados, recibían una paga fija y no proporcional como los taladores y; terminaban su vida, totalmente deshidratados a los pocos años. Afectados de temblores y paludismo.

Habitualmente eran personas que habían asumido compromisos con las Compañías, no lo cumplían,los "habían violado" sacaban dinero o enseres anticipados y se escapaban.
La Policía o los capangas los traían de vuelta, si es que no morían o los mataban en el camino, y eran castigados eternamente al secadero.

Un coronel de caballería a cargo de la Secretaria de Trabajo,Juan Domingo Perón cambió las reglas leoninas establecidas por las Compañías,tiempo mas tarde.


Los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial se hacían sentir entre las compañías petroleras, azucareras, yerbateras, algodoneras, mineras, ferrocarrileras, forestales, arroceras, del cuero, saladeros, lanares, etcéte­ra, etcétera, todo lo que fuera insumos ultramarinos o subcontinentales de las distintas potencias.

Hoy a los insumos primarios le llaman “commodities”, ejemplos son la soja y la carne vacuna,los minerales.

Con el tiempo la guerra de las Compañías se hizo más intensa y cruel.
Y alguno comenzó a hachar los árboles del otro, éste se volvió contra aquél y el uno contra el otro.

La Caá-Yarí, Caá-Mati, o Ta´änanga, corría el riesgo de desaparecer pues sus troncos eran abandonados, por el peso y el apu­ro de huir del destrozo bárbaro.
 
La yerba se mostraba en el monte en árboles de primera magnitud en estado natural,de entre de 15 ó 20 metros de altura. 

Con esta tala descontrolada y agresiva iban dejando a su paso el famoso sertäo, sertón, desierto en el monte, que al poco tiempo era invadido por la caatinga, estepa mañosa de arbustos espinudos y rastreros que florecían únicamente con esporádicas lluvias y protegían sus flores, frutos y raíces....


(Vaya novedad en el sertäo había una planta "la favela",nombre que luego se les dio a las villas miserias en los cerros linderos a las grandes ciudades brasileñas,justamente porque sus habitantes oriundos de ésas zonas desvastadas llevaban la plantita con éllos)


...continuaré...

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